Deportivo Laferrere derrotó 2 a 1 a San Martín de Burzaco con un gol sobre el final del encuentro y no le pierde pisada a Dock Sud en la lucha por el ascenso.

Había calculadoras por todos lados en el Morumbí de zona oeste. Por un lado, para ver de qué manera se podía alcanzar al Docke que se está quedando momentáneamente con el segundo ascenso directo. Por el otro, estaban con las cuentas para ver qué pasaba si en ese mismo horario ganaba Berazategui, si se alejaba mucho, o había chances todavía para lograr la salvación.

Tanto en Lafe, como en Sanma, la tensión reinaba. Era un partido importante. Como todos los de la categoría quizás. Pero el contraste le daba a los dos la intención de ganar o ganar. Justamente, con ese ímpetu, salieron a la cancha.

Los nervios, desde la ducha. Se notaban claramente. Jugadas que no se concretaban. Pelotazos sin sentido. De a ratos las acciones se tornaban un tanto aburridas. No era para nada atractivo el juego de ninguno de los dos. Claro, con semejante presión, es complicado pararse y pensar un poco. La hinchada lo sintió a eso. De a momentos se bajaban un poco los decibeles. Se cantaba menos, pero se elevaba en el momento en que el equipo se quedaba. Como para intentar un rescate anímico.

Raúl Pérez tuvo su ocasión, Blanco también. Pero lo que lograron fue agigantar la figura del arquero Roa, que ya comenzaba a mostrar su capacidad. Pero el colombiano, encontró su revancha. Después de un gran córner por el sector izquierdo, ganó de cabeza y puso la ventaja parcial. Que era necesaria en parte para poner en los papeles la superioridad que se notó durante los primeros cuarenta y cinco.

En el complemento hay que destacar la arremetida de San Martín de Burzaco. Con algunas variantes ofensivas, puso la carne al asador y apretó al local. Explotando las bandas y buscando al grandote Rodríguez, las cosas se complicaban en el fondo Villero. Con el ingreso de Basualdo, se buscó dar un poco de equilibrio. Pero no fue así. Minutos después del cambio, llegó el empate.

Una buena subida de Rossi por la banda derecha, terminó con un centro rasante para Ledesma que, sorprendido ante tanta soledad en el área, definió y marcó las tablas. Festejo con bronca y potencia. A pesar de no ganar, se sumaba y encima en un terreno complicado, lejos de casa. En todo momento de lucha por no descender, cada unidad vale su peso en oro.

El encuentro tuvo todos los aderezos de un partido de ascenso. Mediocampo trabado, pelotazos, goles de jugadas aisladas. Pero sobre todo, las incidencias externas al juego. Porque en el final, con el tiempo cumplido, se agregaron siete más. Todo tiene su explicación. En primera instancia, el humo de las bengalas colmó el estadio e imposibilitó la vista. Mientras los capitanes hablaron con el árbitro Magallán, se disipó rápidamente el color verde, y la cosa no pasó a mayores. Aunque la más importante ocurrió cerca de los noventa. En una pelota a tierra, el delantero Oswaldo Blanco no la devolvió. La aguantó contra la banda y después continuó la jugada que fue peligrosa en su medida. Apenas se dio el saque de lateral, se armó la gresca. Todos fueron a buscar al morocho, que no prestaba mucha importancia a las acciones de los jugadores rivales. Alguno que otro revoleó una mano y ahí aparecieron los compañeros del delantero de Laferrere. Todos a las manos cerca del área de Sanma. Se sumaron los suplentes, y se pudo ver como cayeron dos al piso con la intención de que se sancione alguna tarjeta roja. El cierre de este incidente, no tuvo sorpresas. A las duchas tanto Basualdo como Monzón. Diez de cada lado y a terminar de jugar.

Ahora los ánimos estaban caldeados. El empate no servía para el local. Pero para nada, y encima ante un rival que en los papeles se mostraba realmente inferior. Cuando reinaba la angustia, la impotencia, la bronca, un centro de Ferreira encontró la cabeza de Lucas Scarnato y se desató la locura. El reloj marcaba ya cincuenta jugados, faltaban dos más. Pero la agonía desechaba cualquier especulación. Con ese tanto, las cosas pintaban de una mejor manera. Ahora, las tres unidades se quedaban en casa, no se iban a repartir.

Con este triunfazo, Lafe se pone a cuatro de Dock Sud, rogando que deje puntos en el camino. Pero también, debe ganar todo lo que queda que tampoco pinta fácil. Pero es un clima de alegría por el momento. No por el rival, ni porque se haya ascendido ya, pero el sufrimiento y posterior desahogo, se disfruta más que una victoria abultada.

Por el lado del conjunto de Ferraresi, las cosas no están del todo bien. La victoria de Bera en Merlo los deja en un triple mano a mano con Sportivo Barracas y General Lamadrid, que encima divide distinto.

Pasaron ya 33 fechas, pero lo mejor, y lo más importante, se juega en estas últimas cinco.

Por Leandro Quiroga

PH: Prensa Laferrere