En un mal partido, la Academia se impuso 2 a 0 ante el Fortín en Avellaneda y consiguió así su primer triunfo en la Superliga.

El último juego del domingo tuvo en el escenario del Cilindro a dos técnicos con ideas de juego muy claras. Tanto el gringo Heinze como el chacho Coudet comenzaron su carrera como entrenadores con un planteo fijo, y es probable que mueran con el mismo. El primero exige a su equipo pelota al piso, movilidad y pases para llegar al gol. El segundo, lo mismo, pero con una dosis de presión alta en la salida, y si es necesario, ensuciar el partido para aguantarlo.

Esa era la premisa para el duelo entre Racing, que había dejado pasar una chance importante al empatar en 2 contra Atlético Tucumán en la primera fecha , y Vélez, que por su parte, ganó contundentemente ante Newell’s, y toda chance para sumar puntos le sirve debido a su situación con la tabla de promedios.

Ya en los amaneceres, se presenciaba que el encuentro no pintaba para buen fútbol. Trabado de algunos momentos, el equipo local le tiró toda la jerarquía encima al Fortín, se lo llevó por delante, y consiguió el gol cuando apenas el marcador señalaba 3 minutos. Una guapeada de Bou desconcertó a los defensores que no pudieron hacer nada cuando el Licha López disparó, y su remate se desvió en Abram, para convertirse así en el primer gol. Con un poco de suerte, aunque también por mérito, la Academia comenzaba a marcar tendencia en el campo de juego.

Claramente si pensamos en que si se convierte un gol en los primeros minutos, se abre el juego, y de esa manera se vuelve más entretenido, más dinámico, se puede tornar de ida y vuelta. En esta ocasión, pasó todo lo contrario. Todos los caminos se cerraron. La batalla principal, se desarrolló en el mediocampo, para no permitir avances.

De a ratos los dirigidos por Coudet buscaban a través de la jerarquía en manos de Centurión, Bou, López o Cardozo, molestar a la defensa velezana, que esperaba que su ataque hiciese lo mismo. Pero también le costaba llegar al arco cubierto por Arias. Por imprecisión propia más que nada. La única “chance”, si es que puede ser llamada así, fue una escapada de Ramis por la banda derecha, después de un error en la salida, que terminó con un duro choque contra el arquero chileno. Esto muestra lo poco que los dirigidos por Heinze manejaron el partido. Porque las ocasiones, ocurrieron del bando contrario. Licha López se escapó en el cierre del primer tiempo, pero no supo definir ante la buena salida de Domínguez que poniendo el cuerpo, tapó el remate.

Quizás, si hubiese repetido la fórmula para salir a atorar en el segundo tiempo, la historia hubiese sido otra. Durante todo el complemento Vélez molestó mucho a Racing, que no podía hacer pie, que le costaba tener la pelota. A pesar de no llegar a disparar, si avanzaba mucho copando todo el mediocampo. Pero el pecado más grande fue el de no cuidar el fondo, porque en una pelota perdida en el círculo central, con otro poco más de suerte, lo dejó solo a Pol Fernández, quien definió ante el arquero ecuatoriano que salió mal, y ya resignado.

A partir de ahí, el tanteador pudo haber sumado más porotos para el lado celeste y blanco, pero la falta de precisión, de resolución en tres cuartos, y un offside mal cobrado al Churry Cristaldo, no se lo permitieron.

Finalmente fue 2 a 0 para Racing, que no jugó para nada bien, le faltó mucho fútbol de a ratos. Pero la suerte estuvo de su lado, además de contar con jugadores que saben aprovechar los instantes justos, ya sea para el gol, o para convertir errores ajenos en oportunidades. Tiene varios puntos altos. Primeramente la aparición  de Lucas Orban, que tiene una racha de partidos muy buenos, al igual que Saravia, y el buen funcionamiento que mostraron las incorporaciones.

Por el lado de Vélez falta mucho para corregir. En primer lugar, ajustar algunas tuercas en el fondo, en la conexión del mediocampo, y después de no depender tanto de lo que pueda sacar de la galera Matías Vargas. Se lo abandonó mucho en el encuentro, casi esperando que sacase un remate duro directo al ángulo. De todas formas, no tiene tanto apuro para sumar de a tres (a diferencia del año pasado), pero tampoco puede confiarse, porque el estar a diez puntos de la zona roja, aún no lo exime de nada.

 

Por Leandro Quiroga