Luego del empate en 2 entre Barcelona y Real Madrid, Lionel Messi puede centrar su cabeza totalmente en el Mundial.

El clásico más importante del mundo, Real Madrid-Barcelona, es un partido que ,por más que esté la liga definida o se juegue con suplentes, es un encuentro donde se tiene que dejar todo. Y era el último obstáculo que tenía Lionel Messi en su camino para ponerse a punto para el Mundial de Rusia 2018.
Con el conjunto culé eliminado en Cuartos de final de la Champions League ante la Roma y siendo ya campeón de liga y copa, el rosarino no tiene que realizar un desgaste adicional, que quizás en años anteriores lo tuvo presente. Como es el caso de 2015, donde disputó hasta el final todas las competencias en un nivel muy alto, que después terminaría mermando un poco en su rendimiento en la Copa América.

Hay que hacer una excepción con los años 2014 y 2016, que a pesar que ya en mayo estaba prácticamente libre, arrastraba lesiones que no le permitían poder mostrar su nivel al máximo, teniendo en cuenta que la Copa Centenario comenzó a jugarla tarde y que en el Mundial de 2014 no llegó con la continuidad deseada.

 

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Hoy en día podemos ver a un Messi que viene de tener una temporada muy regular, potenciando algunas fases que en otros años ya mostraba. Como es la visión de juego o la capacidad para poder filtrar asistencias. Tampoco tuvo dificultades físicas que lo hayan marginado por largos períodos de las canchas, solamente un desgarro que lo tuvo fuera un par de semanas y que no fue de gran preocupación.

Estamos en presencia de su versión más completa, de su papel de trotar unos metros y poner una pelota de gol, de ver un espacio y cambiar el ritmo. Ya no es más el jovencito pelilargo que corría para adelante, endemoniado de habilidad y hacía el gol, pero aún así es el mejor del mundo, y sólo por el, la selección Argentina tiene chances de llegar a pelear en instancias decisivas. Lo único que se debe hacer ahora es preservarlo, darle minutos, pero no exigirle, no exponerlo a partidos friccionados o de patadas duras, porque como ya se mencionó antes, es la única (y la mejor) carta que tenemos.

 

Por Leandro Quiroga