David Niebla

El Benito Villamarin recibía con temperaturas primaverales y en ambiente festivo, previo a la Feria de Abril, el choque entre el Real Betis Balompié y el RC Celta de Vigo. Los locales, tras cuatro derrotas consecutivas buscaban un triunfo que les devolviera puestos europeos, mientras qué los visitantes querían seguir sumando puntos de cara a la permanencia en La Liga. Con el arbitraje de Martínez Munuera, más de 48.000 personas en las gradas del coliseo heliopolitano y un respetuoso minuto de silencio en memoria de Don Manuel Ruiz de Lopera, ex presidente de la entidad recientemente fallecido, todo estaba por decidirse en la capital hispalense.

RC CELTA: Guaita; Mingueza, Jailson, C. Domínguez, Manquillo, Fran Beltrán, Hugo Sotelo, Hugo Álvarez, Iago Aspas, Strand Larsen y Bamba.

REAL BETIS: Silva; Bellerín, Pezzella, Chadi Riad, Miranda, Johnny Cardoso, Guido Rodríguez, Fornals, Isco, Ayoze y Willian José.

En los primeros cinco minutos de encuentro se respetaban ambos conjuntos y ambos entraban al mismo con más imprecisiones que aciertos. La primera ocasión de peligro la pondría Larsen, tras un balón filtrado por Bamba. Rui Silva despejaba a mano cambiada la jugada del ariete noruego. También tendría su sello la segunda: combinación por banda derecha que culminaba de nuevo el delantero vigués a pase de Hugo Sotelo por encima de la meta bética. El primer acercamiento bético sería de la mano de William José en el minuto 26, cuando el Benito Villamarin recordaba al sempiterno Miki Roqué. No acertaba el brasileño a rematar ante Guaita. Antes de la media hora, a balón parado, la tendría Chadi Riad pero su cabezazo se marchaba desviado.

En el minuto 42, un nuevo balón parado visitante ponía el miedo a los de Manuel Pellegrini pero Mingueza no acertaba a rematar ante Rui Silva. Leves pitidos a los suyos por parte de una afición local descontenta con lo que estaba viendo. Bamba disparaba al cumplirse el 45 pero se manera muy tímida y tras dos de añadido y una amarilla a Pezzella por cortar un contragolpe vigués nos íbamos al tiempo de descanso con todo por decidir en el Benito Villamarin.

La segunda mitad comenzaba con doble cambio en las filas locales: Bakambu sustituía a William José y Fekir a Ayoze. Buscaba el «ingeniero» Pellegrini dar con la tecla. Y lo cierto es que veíamos un Real Betis mucho más eléctrico que tuvo varias llegadas claras en los primeros cinco minutos desde la reanudación pero sin lograr acertar a gol ante Guaita.

En el minuto 52 cambiaba el choque por completo: combinación por banda izquierda que acababa con el remate a gol del canterano bético Juan Miranda. El Real Betis ponía el 1-0 en el luminoso tras salir mucho mejor que su rival en el segundo periodo. Cumplida la hora de partido lo intentaba de manera muy mansa Iago Aspas pero detenía fácil Rui Silva. Movía el banquillo Giraldez buscando cambiar algo también: Entraba Carles Pérez por Manquillo. El carrusel de cambios no iba a parar y en este caso entraba Aitor Ruibal por Bellerin en el Real Betis y Hugo Sotelo por Allende en el RC Celta. Bamba también era sustituido por Damián Rodríguez. Juan Miranda dejaba su lugar a Abner.

La afición bética empezaba a calentar el derbi con cánticos y el partido seguía su curso con una ocasión de Aitor Ruibal que disparaba alto un balón de Isco Alarcón en el 78. Isco seguía haciendo su magia y casi provocaba de sus botas el 2-0 de Fekir pero la sacaba en la línea Mingueza. Los últimos cambios del Celta serían Hugo Álvarez por Franco Cervi y Unai Nuñez por Carlos Domínguez.

En el minuto 82 le anulaban un gol a Nabil Fekir, que había colocado el balón en la escuadra pero tras ser revisado el tanto se daba por valido y el Real Betis sentenciaba el choque antes de los compases finales. El Celta se hundía en la maraña de Manuel Pellegrini. Isco se retiraba ante la ovacion de su estadio para dejar su lugar a Rodri.

Al cumplirse el minuto 90 sería Larsen, tras una ocasión de Aspas, el que recorte distancias en el marcador de Heliópolis cuando se habían añadido seis minutos de descuento. Por suerte para los de Manuel Pellegrini no pasaría del susto y sumaban tres puntos vitales para las aspiraciones europeas y que dejaban tocados moralmente a los vigueses en su sueño de la permanencia.