En la previa del Mundial de Rusia la Selección Argentina decidió suspender un amistoso en Israel debido a las amenazas por parte de organizaciones terroristas y un intenso repudio de Palestina.

En aquella ocasión hubo reuniones y comunicaciones durante largas horas, después de que la presión palestina llegase a Barcelona. Un grupo de veinte seguidores pro-palestinos, mitad españoles y mitad argentinos, movilizados por la Federación Palestina, se habían presentado a las puertas de la Ciutat Esportiva Joan Gamper de Sant Joan Despí y protestaron ruidosamente, con pitos y consignas, así como con camisetas de la albiceleste manchadas de rojo-sangre, pidiendo que Argentina no juegue ese partido.

Ya lo había advertido la víspera el presidente de la Federación Palestina, Jibril Rajoub, que amenazó con “mandar seguidores a quemar camisetas de Messi. Es un gran símbolo, así que vamos a atacarlo personalmente y pedimos a todos que quemen su imagen y su camisa y que lo abandonen. Esperamos que Messi no venga. Tiene muchos seguidores en los países musulmanes”.

El encuentro estaba previsto que se juegue para conmemorar el 70 aniversario de la fundación del estado de Israel, un aniversario que ha creado trágicos enfrentamientos, y los palestinos consideran que se ha utilizado políticamente. Ahora el PSG deberá enfrentarse por la Champions League en Israel al Maccabi Haifa. Curiosamente el argentino tendrá que visitar la tierra prometida.