Nono Delgado Villar es un profesional del fútbol. Es a lo que se ha dedicado toda su vida. Salió de El Puerto de Santa María con apenas 13 años rumbo a Madrid para jugar en la cantera del Atlético. Pasó un año en la residencia El Amanecer, en Alcorcón, donde no terminó de adaptarse. La distancia con su familia, con el puchero con hierbabuena de su abuela Leonor, le obligaron a regresar, a continuar con su objetivo más cerca, en Sevilla, en el Real Betis. Desde aquellos años ha pasado mucho. Mucho tiempo y muchas ciudades: Sevilla, Sandhausen, Elche, Murcia, Miskolc, Bratislava y Budapest.

Precisamente en la capital húngara aterrizó el pasado verano tras 4 temporadas, 100 partidos y muchos títulos (tres ligas y tres copas, jugar Europa League…) en el Slovan Bratislava. Llegaba al Honved, el equipo donde jugó Ferenc Puskas antes de recalar en el Real Madrid. Y allí, bajo la tutela de Ferenc Horváth, el entrenador más importante de su carrera, el hombre que siempre ha creído en él, volvió a desarrollar su mejor fútbol. Ese fútbol que le permitió jugar muchos partidos en Primera cuando apenas era un adolescente. Ese que le hizo ser campeón de Europa sub 20 con España. Ese que hizo que Pepe Mel tuviera fe ciega en sus habilidades.

Así, su buen hacer en tierras magiares ha hecho que se fijen en él en una liga a la que no resulta nada fácil llegar. Una liga a la que muchos aspiran: Arabia Saudí. Porque muchos aficionados y muchos periodistas siguen pensando que el fútbol del siglo XXI es el fútbol de los sesenta. Y ese hace mucho que se acabó. Se trata, sin más, de una profesión extra competitiva. Una profesión en la que sólo una pequeña élite logra triunfar. Logra dedicarse plenamente.