La Lepra logró un triunfo importantísimo para salir del pozo y le ganó 2 a 1 a la T con goles de Figueroa y Cacciabue.

Newell’s venció a Talleres por 2 a 1 como local en el cierre de la jornada 23 de la Superliga. Víctor Figueroa y Jerónimo Cacciabue anotaron los goles de la Lepra. Santiago Silva había empatado para los de Frank Kudelka. Gran triunfo del equipo de Omar de Felippe que con un golpe de autoridad se repuso de la dura derrota copera.

Cuando los ánimos no eran los mejores y la noche hacía presagiar un clima tenso, un Newell’s castigado por las lesiones y los bajos rendimientos se plantó ante su gente y mezclando inteligencia táctica con intensos esfuerzos colectivos dominó a Talleres y lo llevó a su terreno más incómodo.

En la primera parte, las tres claves de la superioridad “sin balón” que ejecutaron los dirigidos por De Felippe fueron la presión en zonas medias y altas, la ínfima distancia entre líneas y una astuta vigilancia de los mediocampistas sobre Pablo Guiñazú, el emblema de “la T” al que le costó entrar en ritmo ya que siempre fue asediado. Un claro ejemplo de esto fue la acción del gol de Figueroa, donde este mismo distribuyó rápido tras pérdida y definió de gran manera tras la devolución de Héctor Fértoli. Esta supremacía sólo se vio interrumpida por las acciones individuales de Joao Rojas y una trilogía de errores del árbitro Patricio Loustau, que no advirtió un córner a favor del local y a posteriori terminó derivando en un penal –contacto afuera del área- de Leonel Ferroni sobre Aldo Araujo.

En el complemento, Newell’s comenzó a sentir el peso del partido y de la alta intensidad impresa en la primera parte, y comenzó a retroceder en el terreno comentiendo errores no forzados en conjunto con algunas fallas individuales. Ahí fue donde el elenco cordobés se hizo decididamente de la pelota y comenzó a generar superioridades en la zona neurálgica, ahora sí con Guiñazú activo y un mayor protagonismo de sus laterales y extremos. Sin embargo, nada de esto pudo traducir el Matador en jugadas nítidas de gol. Sólo algunos arrumacos de Rojas –el más movedizo- movieron el amperímetro.

Hasta que llegó la jugada decisoria. Un arresto individual del ingresado Joaquín Torres produjo un tiro de esquina que cruzó toda el área y fue impactado por Cacciabue, el debutante que no fue tímido para anotarse en la red. El balón ingresó de manera violenta al palo izquierdo de Guido Herrera y decretó cifras definitivas en la noche de Rosario. El Rojinegro consiguió un triunfo importantísimo en el momento menos esperado y se repuso anímicamente de la paliza recibida en Curitiba días atrás.

 

 

Por Facundo Rivera