Crónica de una noche sufrida en San Petersburgo, victoria 2 a 1 de la albiceleste sobre Nigeria y a octavos de final.

El 3 a 0 ante Croacia había dejado complicado al equipo albiceleste en el Mundial de, un jueves al que seguramente muchos argentinos prefirieron olvidar, entre ellos deben haber estado los 23 futbolistas que están en Rusia, sus familias, los sparring y todo el cuerpo de trabajo que viajo para traer la Copa. Muchos otros, no deben haber dejado de pensar un minuto en esa tarde o esa noche para quienes estaban en Nizhni Nóvgorod.

Fueron cinco días de críticas a Sampaoli, Chiqui Tapia, Caballero, Messi entre otros. Aunque muchos halagos para el 10 e incluso se escuchó –como tantas otras veces-  que no lo merecíamos en nuestra selección. En estos momentos, las personas están con un constante amor-odio, pese a esto en todos los ámbitos sociales se escuchaba ‘yo quiero que pasen, por Messi’ nadie deseaba el mal y esto lo querían solamente por una persona, por sus lágrimas, por su esfuerzo, por su talento, por todo lo que él implica.

Martes 26 de Junio, Argentina ingreso al rectángulo de juego  a las 14:55 hora de Buenos Aires. Lionel primero en la fila de la mano de un niño, que sus ojos brillaban tanto como los de cada futbolista cuando el árbitro turco marcó el pitazo final al partido frente a Nigeria, detrás de él Marcos Rojo y así seguían los otros nueve titulares. En el banco ya estaban los pelados más criticados de la semana, Sampaoli y Caballero, junto a un cuerpo de gente que lo completaba entre ellos los nombres más jóvenes que vestirían la camiseta esa tarde/noche.

Una vez ubicados, sonó el himno nigeriano para luego empezar a entonar el argentino. El Saint Petersburg Stadium explotaba de cosas celestes y blancas que flameaban al ritmo del ‘ohohoh’ de las estrofas, los protagonistas de esa tarde totalmente concentrados, con sus ojos volando por el mundo pero sus pies en el hermoso césped verde que concordaba con los aplausos finales y la deformación de los muchachos que se fueron cada uno a su campo de juego, de un lado los de negro y verde por el otro la albiceleste. Messi al centro junto a los árbitros y John Obi Mikel, cara cruz al aire, saca Nigeria, cruce de banderines, apretones de manos y corridas de los capitanes.

Cuneyt Cakir dio el pitazo inicial al mismo momento que los nigerianos movieron la redonda, los canticos altos, Maradona alentando y los 22 que estaban en el campo corriendo para generar eso que pensaron antes. Ambos se jugaban la clasificación, Nigeria con un empate jugaba el próximo sábado, Argentina necesitaba ganar y que Islandia no haga lo mismo para estar en octavos. El nerviosismo de no depender todo de ellos se sentía por intermedio de los televisores o las radios, pero esto no afectó el desarrollo ni la emoción del juego.

La selección dirigida por Jorge Sampaoli, pases que iban y venían, una táctica clara y una estrategia constante, un fútbol sencillo y lindo para los ojos. Oportunidades para la albiceleste que eran firmes a diferencia de las africanas, los minutos pasaban. Cuando todo marchaba bien a los 14 del primer tiempo, Ever Banega -cuestionado por su lentitud en el debut vs Islandia- le hace un pase digno de un mundial a Messi que la baja con el muslo hacia sus pies, una frialdad digna de un asesino futbolístico, le pega un derechazo y adentro. Gol de Lionel, el mejor del mundo, el que nadie puede parar, el que tiene claro que si la recibe la hace brillar, el rosarino, la pulga como los futboleros le quieran decir, él una vez más, demostrando que merece tener esa copa que tanto significa.

Corrida al córner, rodillas al piso, brazos al cielo, boca bien abierta y grito que se escuchó desde Argentina, Lionel Messi, tirado en el piso con sus compañeros abrazándolo, juntos los once, los 23, dándole la oportunidad a su país de llegar a octavos de final.

Pelota al centro, el juego sigue, los nervios también. Saque de Nigeria, el fútbol de Argentina es cada vez más lindo, con Banega que genera oportunidades en donde quiera, Di María que acompaña, Marcos Rojo, uno de los más cuestionados, que muestra muy que merece ese lugar. Armani que defiende sus tres palos tanto como a su familia, un equipo que aumenta su estilo de juego y lo embellece, contra otro que se pierde en la táctica pero no en esperanzas.

Cumplidos los 45, al descanso, concentración, miradas fijas y al vestuario. Otra vez Messi, el que para muchos no es líder, marca su capitanía en la arenga previa al complemento que la TV Internacional pudo captar en el túnel.

Pasados los minutos, llega el segundo tiempo, quedaba la mitad, parecía poco pero era una eternidad, para el que lo mira desde el sillón, el estadio o para el que lo juega, los nervios se contagian, pero ellos, los futbolistas, buscan no mostrarlo. Ingresan al campo, ya ubicados sin ningún cambio comienza a correr la redonda.

Argentina parece no estar cómodo, a diferencia de Nigeria que a los 51 minutos desde el tiro de esquina saca provecho cuando Mascherano lo rodeaba a León Balogun y en la corrida hacia atrás, se cae por encima pareciendo empujón. Armani y Rojo partieron a hablar con el árbitro, quien ante la duda pide el VAR, la nueva técnica arbitral, la respuesta de los que están frente a las cámaras fue que había sido penal. Pelota al punto, todo listo, jugadores a un costado discutiendo, el juez los advierte, pitazo y gol de Víctor Moses. Corta carrera pero gran acción psicológica para engañar al portero de River Plate.

Baldazo de agua fría. Los cánticos empezaban a ser más leves, más aun cuando llego la noticia de que Islandia había empatado a los 53 frente a Croacia. Momento en que los albiceleste dejaron de depender de cualquier otro equipo que no era en sí mismos, debían correr, jugar y ganar, como sea ganar. Las caras de desesperación subían volumen dentro de la cancha, en el banco de los pelados cuestionados, en las tribunas del Saint Petersburg Stadium.

Los minutos eran eternos, al mismo tiempo que corrían, el gol no llegaba. Primer cambio, sale Enzo Pérez entra Pavón, la esperanza se renovaba en cada segundo, el jugador de Boca Juniors mostro en seguida el entendimiento con Messi quien su cara mostraba la desesperación por ganar, pero la conversión seguía ausente. Se esgrimían las chances.

Di María se equivoca tres veces seguidas, Sampaoli no duda y manda a Meza, dando cuenta que él deseaba ese lugar y llegarían a octavos, aunque seguía siendo difícil. A un costado Dybala y Agüero seguían calentando, el de Casilda  charlaba con Beccacece, aun no decidían a quien poner. Las tribunas se levantaban y caían en cada jugada, los argentinos seguían sufriendo. Últimos diez minutos, anunciaba el marcador, sale Tagliafico entra el Kun, el juego parecía mejorar. Pese a que ya se terminaba el tiempo, ellos hasta el aviso del Juez no perderían oportunidad.

 

Así fue, cuando a los 86 minutos le llega la pelota a Mercado, centro del ex River a los pies de Marcos Rojo en frente al arco, gol, el pibe ADN Estudiantes de La Plata, el que llegó en Brasil 2014 y hoy convierte el gol de clasificación a octavos, corrida a la esquina, Messi se sube a sus espaldas, le siguen todos sus compañeros, explota el banco de suplentes, el estadio, la Argentina estalla de gritos, llantos y alegría. Llegan las noticias de que Croacia hace su segundo gol, le gana a Islandia, nada importa, el seleccionado nacional a un minuto del tiempo de descuento se encuentra en octavos de final, no fue Messi, no fue Rojo, fueron 11 en la cancha, fueron 23 con botines puestos disponibles para comerse la cancha, fue su aguante y el de cada hincha que mando fuerzas para que esto sea así, para que la selección nacional de fútbol este donde está, para que el próximo sábado a las 11 de la mañana el país vuelva a soñar ante Francia, en Kazán. Después de tantos momentos difíciles argentino, ¿Quién te saca la ilusión y el placer de soñar?

 

Por Clarisa Hernández.