Quilmes y Brown de Adrogué empataron 0 a 0 en el Centenario por la fecha 21 de la B Nacional.

El reloj marcaba las ocho de la noche cuando la temperatura empezó a bajar. Los centígrados no discriminaban ya sea en Capital o en el Conurbano. Vamos a centrar nuestra atención en este último espacio geográfico. Más precisamente en el sur, lo que menos se sentía era el frío. Dentro del Estadio Centenario, los hinchas del local comenzaban a juntarse como vacas dentro de un ganado. Eso no provocaba que el calor aumentase, en realidad lo que lo producía eran los nervios. La angustia, la ansiedad, era lo que calentaba el encuentro contra Brown de Adrogué.

De un lado caras que miraban al suelo, del otro, algún que otro comentario positivo. “Hoy ganamos” soltó un muchacho de la platea. “See, del descenso safamos” exclamaba con un ímpetu un señor mayor que estaba pasado de copas y sacudía las manos enérgicamente en forma de arenga.

Las sensaciones de la hinchada demostraban perfectamente cuál era el objetivo de la noche. Cueste lo que cueste se tenía que ganar. Porque Los Andes ganó, porque Morón a pesar de no hacerlo, sumó, y por ende, el que estaba descendiendo momentáneamente era Quilmes. Del otro lado esperaba el equipo del ídolo, Pablo Vico. Con cuatro victorias al hilo, se hizo un lugar en el reducido, en busca de establecerse definitivamente y de vengar lo que aconteció el año pasado contra Sarmiento.

Encuentro clave para los dos. Choque de realidades distintas. Añorando con las mismas ganas los tres puntos. Con sentimientos distintos claro está. Uno con angustia y el otro con una sensación de esperanza. Con todo ese contexto marcado a pleno por el contraste, arrancó el encuentro.

Las tres bandejas flameaban sus banderas y elevaban el volumen de sus cánticos cuando en una desatención defensiva, Niell se escapó de la línea de cuatro defensores y Enzo Ortiz, al querer detenerlo, cometió falta. Imprudente. Y peor aún, recurso de último hombre. Fabricio Llobet, ni siquiera se animó a dudarlo. Con la tarjeta roja en mano le indicó la puerta de salida al ex zaguero de Lanús.

Imagínense trabajar una táctica toda una semana para que apenas iniciadas las acciones, se deba hacer un borrón y cuenta nueva. Porque eso fue lo que pasó. Vico ni lo dudó. Lo sacó a Alexis Vega, que apenas habrá visto pasar la pelota cerca de su posición, y lo mandó a Faccioli a la cancha. Procuró el orden por sobre la premisa inicial. Los tres puntos eran una posibilidad. Pero por lo pronto, el ordenamiento no se pierde. Se mantiene la línea de cuatro tal y como se planeó (¡Y mirá si no fue efectivo!)

Era un incentivo para el Cervecero la chance de jugar con un hombre más durante 85 minutos. Sin dudas, el deseo de cualquier plantel urgido de puntos. Pero uno se debe dar cuenta que tiene esa ventaja. Y hay que saber utilizarla. Si no, no sirve. En este caso fue así. Se podía avanzar hasta tres cuartos, pero de repente se nublaba todo. Al quedar los laterales Cardozo o Lozano lejos de Anselmo o Niell, era complicado enviar un centro que fuese preciso, o que al menos produjese una segunda jugada. Fue una constante ver cómo nadie se animaba a un poco más. Las jugadas se alargaban mucho en ocasiones en que se pedía una resolución inmediata.

Aun así, pueden destacarse dos acciones. En primer lugar, una transición demorada por la lenta toma de decisiones, encontró a Noble que dio unos pasos y remató duro al cuerpo de Ríos que controló bien. Tal apellido volvió a aparecer cerca de la finalización de la primera etapa, cuando le sacó un duro remate de Tiro libre a Imbert.

Después, nada más aconteció durante esos cuarenta y cinco minutos. Algunos tramos de buen fútbol del Tricolor tuvieron su lugar, pero sin peligro. Eso sí, la figura de Olivares se agrandaba cada vez más en un mediocampo sumamente friccionado que pedía a gritos alguien que pare la pelota.

En el complemento, lo mismo Quilmes, impotente, sufría para crear ocasiones. No se notaba la diferencia numérica en cuanto a jugadores. Pero tal vez lo bueno se hace esperar. Paralelo al crecimiento del descontento y el murmullo generalizado del estadio, se dieron dos instantáneas que le sumaron frenetismo al partido. En primer lugar, un remate desde el área chica en los pies de Bellone, que se encontró con el veterano golero de Brown .A puro reflejo, despejó al córner. Y de ese mismo tiro de esquina, el número ocho volvió a ganar, esta vez de cabeza, para hacer lucir una vez más al arquero contrincante. Con algo de polémica quizás, porque la pelota ingresó en el momento que Ríos se estiró para sacarla. En algunas imágenes se vio toda, y en otras no. La historia lo juzgará.

Una oportunidad más, en los pies de Anselmo, despertó a la hinchada cervecera con un mano a mano que le faltó poco para entrar, de no ser por Faccioli que justo cubrió el remate. Luego, se repitió en forma de loop la imprecisión, la poca determinación para pasar al ataque, y como si fuera poco, la escasez de solidez defensiva. Porque hasta acá parece que el plantel de Vico ni se asomó. No fue así. Fue muy inteligente porque supo cuando moverse, en qué momento salir y en cuál resguardarse. Los tiempos, los manejó a su capricho. Benegas, Stegman y principalmente Olivares supieron aguantar la posesión ya sea con fuerza física, o tenencia con pases de primera. Faltó eficacia y menos apuro. Porque el ex delantero de Boca Juniors primero y el ingresado Flores, después, pudieron haber tomado unos instantes más para acomodar mejor la definición en las dos chances que tuvieron. Casualmente, el número diez fue el gestor de las mismas.

No hubo mucho tiempo para más. La desesperación por convertir aunque sea un gol que los saque del último puesto de descenso, nublaba todo intento de creación. Y también tenemos que recalcar. Un equipo en esas condiciones no sólo está ahí por el mal juego o la falta de eficacia. La mala suerte también acompaña. Tal como si fuese un ángel de la guarda. Está ahí cuando se fallan ocasiones tan claras, o cuando la redonda merodea la red pero no se acerca a tocarla. A pesar de que este punto obtenido que no sirve para casi nada, las esperanzas se mantienen intactas. La ventaja es que el Cervecero divide distinto que su competidor más próximo, Los Andes. Con un triunfo, se sale. Pero eso tiene que llegar pronto, si no quiere que los de Lomas de Zamora se alejen demasiado, al punto de condenarlos a la B Metropolitana.

Por el lado de Brown, las sensaciones son más que buenas. A pesar de que el propósito inicial era ganar, si se tiene en cuenta lo ocurrido apenas iniciado el partido, es un gran punto. Suma un poroto en la pelea para entrar al reducido. El ascenso directo ya quedó lejos. Pero varios de los jugadores han expresado que hay clubes que se han preparado exclusivamente para llegar a primera, y que no es su caso.

 

Por Leandro Quiroga