Por Quique Monleón Ciurana

La Cerámica acogerá una noche crucial para los locales donde la figura de Pacheta estará entre la espada y la pared desde el minuto 1. Todo menos fallar estará permitido para un Villarreal que lleva 4 partidos sin conocer la victoria y se encuentra a 3 puntos de la zona de descenso.

Que el Villarreal no ha empezado la temporada de la mejor manera posible no es un secreto. El equipo de la ciudad castellonense echó a rodar tras una gestión horripilante del mercado de fichajes donde los aficionados groguets vieron partir a sus estrellas (Nico Jackson o Samu Chukwueze) y trayendo futbolistas no acomodados aún a las exigencias de un club que tiene por bandera el ir a más cada temporada que pasa.

La marcha de estos jugadores, que fueron piezas fundamentales en los éxitos del club (consecución de una Europa League y recorrer la Champions hasta las semifinales) ha creado una dependencia y el hundimiento del sistema de juego a causa de lo acostumbrados que estaban en Villarreal al juego de estos deportistas. No hay que martirizar a aquellos que llegaron para reforzar el equipo pero sí tendrán trabajo por delante si buscan suplir a aquellos que dejaron huella en el coliseo amarillo.

En Europa, donde el Villarreal se está consolidando como uno de los equipos a tener en cuenta, la andadura no se empezó gratamente puesto que una derrota en Atenas supuso un barrote más para la cárcel de un Pacheta al que se le está quedando enorme el estar en un club de estas magnitudes.

La rueda de prensa pre-partido nos dejó con un Manu Trigueros que busca obviar aquello visto estas últimas semanas tanto en lo nacional como internacional y deseoso de que el partido de hoy sea un punto de inflexión para un submarino que parece no haber encontrado la gasolina y no hay mejor rival que un Rennes, equipo cuestionado por su falta de victorias pese a haber logrado un buen estreno europeo.

Todo esto y más quedará resuelto en el día de hoy a las 23:00h donde y si el resultado no ha acompañado, podríamos estar hablando del segundo despido en el banquillo del Villarreal tras la pésima gestión de Setién en el inicio de temporada. La Cerámica tiene un deber moral si quiere para su equipo la estabilidad ausente hasta el momento.