Con un gran primer tiempo, Los Andes venció por 2 a 0 a Santamarina y se ilusiona con mantener la categoría.

Que cosa linda que son los domingos de fútbol. En los días de semana no hay tanta gente por el trabajo, lo mismo ocurre con el sábado. Pero el séptimo día, es el indicado para el ritual futbolístico. Es casi una obligación para cada hincha asistir a su segunda casa para presenciar el encuentro de su equipo. En esta ocasión la urgencia era más pronunciada. Un encuentro clave por la lucha para no descender contra Santamarina de Tandil.
El conjunto de Juan Carlos Kopriva comenzaba a tener adherencia. Los ánimos cambiaron completamente. El equipo golpeado, sin ideas, con poca fuerza para encarar los partidos de Biggieri, ya quedaba lejos en el tiempo. Y eso se notaba. En la ilusión de la gente, en los calentamientos previos. De igual manera las charlas en las plateas se realizaban con la calculadora en mano. Que si ganamos hoy, que Quilmes la tiene complicada en Junín, ojo con Morón que juega con Ferro a la misma hora. ¿Y Temperley? No, falta una banda y están lejos.

Ese era el clima para vivir los noventa minutos. En las tribunas la gente llenaba cada espacio posible. Se divisaba una gran concurrencia. Hasta incluso algún que otro loco se sentaba en los bordes del estadio.
Pocos aplausos igual para los jugadores cuando el locutor los nombraba.Quizás lo que atraía más que nada era el conjunto. Ninguno que enloqueciera por separado.
Con todo listo en el terreno, pitó el árbitro y comenzó la acción. El que dominaba la redonda era el local. Muchas triangulaciones, con aperturas hacia los costados para que Morales y Pereira suban siempre. La línea de tres en el fondo también aportaba la opción de que tanto Valdéz como Peppino se lancen al ataque.
El aurinegro a todo esto, esperaba. Expectante. Como un lobo que analiza a su presa para ver en qué momento indicado se puede pegar el zarpazo. Pero esa idea de juego recibió su primer golpe a los nueve, cuando después de una gran jugada colectiva, Fabricio Lenci marcó el primer gol. Festejó alocado. Directamente al banco para que se produzca el abrazo general con todos. Gran desahogo ya que el último tanto, lo convirtió en el torneo pasado, contra All Boys. En esta presente temporada, estaba con la pólvora excesivamente húmeda. Y ahora, se sacaba un poco la mufa.

A partir del vuelco de la balanza en los primeros instantes del cotejo, los de Tandil fueron a buscar la parda. Pero no de la mejor forma. Los avances se produjeron mediante pases lentos, mucho juego por el medio, y sin lo más importante ,que es la explosión en tres cuartos. Por eso en esta etapa, solo hubo una chance. Una volea muy bien calzada de Mariano González que pasó cerca del palo, daba un aviso.
Claramente, el Milrayitas interpretó esto como una presión para aumentar la diferencia y no transpirar más de lo debido a la hora de sostener el resultado.
Después de un gran disparo de Fornari, y un rebote de Rodríguez, Guillermo Pereira apareció para puntear la pelota. Con mucho suspenso ésta de deslizó por la línea de cal hasta que rozó el palo y entró lentamente. Segundo gol y otra vez, euforia, gritos, algún que otro insulto al aire, arengas, todo fusionado en un mismo lugar.

Con una ventaja de dos, la historia era otra. Completamente distinta. El tercero estaba al caer. Pero se iba a quedar en eso. A pesar de que el remate de Facundo Silva directamente al travesaño daba augurios de que el marcador podía seguir creciendo para el lado de los Rojos.
Con ese resultado terminó la primera etapa. La sensación general era de cautela, de no caer en confianza, de no apurarse porque todavía quedaba una mitad. Y peor aún, con el marcador más traicionero de toda la historia del fútbol.

Por el exceso de cautela también, es que el segundo tiempo estuvo de más. Los Andes de desligó de la tenencia de la pelota. La entregó por completo a los dirigidos por Guillermo Pereyra. Pero tampoco había una idea de qué hacer con eso. En el afán de meter primero tres delanteros, y después cuatro, se tapó el juego. Nadie se animaba a romper individualmente. Sólo González. Era la única carta para retrucar al local. Un remate en el travesaño después de una gran escalada dentro del área grande mostraba lo que brindaba el ex jugador de Huracán. El tema es que ahí se quedó sin nafta. Y esto fue apenas cuando promediaba el cuarto de hora. Por lo que, lo que prosiguió después, fue simplemente un alargue de un partido que duró 55 minutos en cuanto a emociones.

Luego Chacana hizo que se vuelva a tener suma atención en el encuentro, con un remate (apurado porque Lenci esperaba sin marca) al cuerpo del arquero. Pero nada más.
Los de Lomas de Zamora fueron eficaces a la hora de defender el resultado, pero tampoco hicieron un gran esfuerzo, porque del lado visitante era de una dificultad avanzada poder llegar al área. No se encontró la fórmula en ningún momento.

Y así, se consumó el primer triunfo de toda la temporada en condición de local, ya que el anterior había sido en Vicente López contra Platense. De esta manera, ahora el último puesto pertenece a Los Andes y a Chacarita (que no está debajo de todo por el punto rescatado contra Chicago) y la situación en los promedios ahora depende del otro que está luchando mano a mano, que es Quilmes. El cuál encima tiene un choque más que bravo contra el puntero Sarmiento y de visitante. Así que para lograr la salvación, hay con que ilusionarse.

Por el lado de Santamarina la situación es la misma. Pero un poco más facilitada. El aurinegro se aferra a la pésima temporada que está realizando su homónimo Olimpo de Bahía Blanca, que está perdiendo la categoría por el momento. Pero está ahí nomás, por lo que no debe confiarse ya que los bahienses dividen por un torneo.
Así que ninguno puede soltar la calculadora, todavía quedan cinco fechas que va a tener en vilo a cada una de las aficciones.

Por Leandro Quiroga